martes, 22 de noviembre de 2016

TEXTO DE LA PRESENTACIÓN DEL Etnólogo. Angel Jiménez Lecona. (ENAH) UIC 26 de octubre 2016

Reseña del libro
Dinámicas religiosas populares: poder, resistencia e identidad.
Aportes desde la antropología
María Elena Padrón Herrera
y Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes
(comps)


Reseña: Etnólogo. Angel Jiménez Lecona. (ENAH)

Presentar un texto con las  dimensiones y las temáticas que aborda este trabajo en una institución como la Universidad Intercontinental, es muestra de una dialéctica interesante, ya que si pensamos que comunidades como esta que emanan de la denominada religiosidad oficial, con una línea de trabajo acorde con las altas jerarquías hegemónicas  eclesiásticas de las que se hablan en el libro, es en sí, la apertura a una brecha necesaria para las narrativas que se abordan en términos de religión, a saber: la oficial y la popular; y esto es importante ya que muchas de las veces solo se escuchan voces que convienen ya sea a uno o al otro lado del discurso.

Comenzaré por plantear desde las posturas en que se presentan las dinámicas religiosas: la histórica y la etnográfica, cada una de ellas tiene en cuenta un engarce con la dimensión del poder. Desde el comienzo de la obra, que por cierto, se observa desde el inicio de su lectura, un cuidado editorial en congruencia con el título del libro y con una postura muy clara que delimita “la reli­giosidad popular como expresión de la cultura del pueblo y elemento de identidad y que  incluyen a los sectores populares y ét­nicos que son sujetos de dominación; desde la dimensión de  los procesos históricos se presenta uno de los problemas básicos de la antropología política: el conflicto, producto de las relaciones de tensión entre las do religiosidades citadas anteriormente.

En esta línea de tensión que se visualiza en los procesos de la historia de los grupos y comunidades socioculturales ya sea de Morelos, Puebla, Estado de México y ciudad de México, - que son los estados más trabajados en el texto -  los distintos autores de la obra se posesionan  y marcan una postura desde las clases subalternas dimensionadas a partir de sus diversas prácticas y acciones religiosas, con  las características de su patrimonio simbólico y signico proponiéndolo como un ámbito de resistencia que se superpone en las esferas social, política y económica en una misma realidad  que como bien marcan los autores es indivisible.

Se agradece en esta pauta de reflexión histórica, el no uso excesivo de la palabra sincretismo, ya que en demasiados tratados sobre la religiosidad es siempre recurrente para resolver todo, pero a la vez no resuelve nada, aunque se debe apuntar su pertinenciay aparición en elartículode “vitalidad y complejidad de la religiosidad popular de los jóvenes mexicanos” de Jesús Antonio Serrano Sánchez, por así requerirlo el análisis sobre la religiosidad en los jóvenes.

Si bien el ejemplar presentado hoy sitúa que  parte de esa historia ha estado inscrito en el conflicto entre ambas instancias de religiosidad, y que se explica que es debido a que responden a proyectosdistintos implícitos en cada una de ellos, los cua­les son antagónicos; también refiere una conclusión sugestiva al proponer un dialogo, que aunque en los distintos ejemplos de los casos presentados no ha sido tan posible por la asimetría que se vislumbra desde el poder, se podría ir articulando cuando aquella que está en una posición más privilegiada comprenda, que en algunos grupos,la denominada religiosidad popular, por ejemplo, se ubica en las esferas con mayor cercanía existencial a la Iglesia católica como lo apunta el trabajo deAlejandro Gabriel Emilia­no Flores, “Religión, religiosidad popu­lar, identidad e imaginariosy de igual forma serian la aplicación de un  juicio distinto desde las jerarquías,  sobre las costumbres y tradiciones que apuntan los imaginarios que configuran instancias espacio-temporales  desde territorios como espacios vividos y apropiados material y simbólicamente desde la conjunción misma de nombrarlos desde su acepción prehispánica con la toponimia ancestral, como lo muestra el estudio“Iztapalapa por Ixtapalapa controversias históricas y religiosas en torno a la identidad del pueblo”,de Miriam Cruz Mejía. Y finalmente desde esta acepción del tiempo que nos lleva también al planteamiento de la historia, se refiere en el apartado de Elisa Angelina Portillo Gutiérrez, “Ser y estar, conviviendo con lo sagrado. El culto a los aires en Santo Domingo Ocotitlán, Tepoztlán, Morelos” donde con bastante claridad a partir de la noción de: el llamado de los aires se hace alusión a lo que Ingrid Geist refiere como la especialización del tiempo, referido particularmente para instancias rituales.

Desde la primera lectura de esta obra comentaba con la doctora Padrón, que lo que llamaba poderosamente la atención del texto, era su enorme riqueza etnográfica, que refiere a un valiosa fuente de datos desde los planos meramente cualitativos, hasta la potencialidad que guardan los testimonios cualitativos referidos en distintos artículos y el propio texto de la doctora “Reli­giosidad, identificaciones y relaciones de poder en San Bernabé Oco­tepec, Ciudad de México”: refiere a esta riqueza ya que además de delinear las singularidades de una geografía ritual y aspectos vitales de esta práctica,traza las problemáticas en tanto que no siempre resuelve el conflicto, pero además se concibe la idea de territorio y un sentido de lo sagrado.

Otros aspectos más del esta caudal etnográfico se dimensiona con una dirección simbólica portentosa en los trabajos de Nadia Tapia Medrán, “La tortuga y la serpiente: resistencia y tradición Ayotla-Coatepec. Fiesta y representación ritual en honor a la Virgen del Rosario”y de Marisol Vargas Flores, en “Tortugas en el asfalto: vida religiosa y reconfiguración de la identidad ayotlense du­rante el siglo xx”:se insta en ambos trabajos a observar el las prácticas religiosas, marcas simbólicas que inscritas en la evocación de los pobladores sobre su pasado dan pauta en el presente una identificación en un territorio en el que se reconocen y son reconocidos.

Cualquier estudio, tratado o historia que direccione su quehacer al estudio de la religión, no puede dejar involucrar quesu objeto de estudio es el homo religiosus en tanto que creador y utilizador delconjunto simbólico de lo sagrado y como portador deunas creencias religiosas que rigen su vida y suconducta como apunta Julien Ries en su tratado de antropología de lo sagrado y como se dice por ahí: la Fe es una casa con múltiples habitaciones, bajo este precepto observamos los ensayos que nos presenta Alicia María Juárez Becerril y Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes, “Un análisis de exvotos: vinculaciones humano-divinas en las di­námicas religiosas populares”los autores indagan la experiencia del homo religiosus atreves de esta cada vez más recurrente práctica, para identificar la presencia de lotranscendente en la experiencias humanas muy en boga en la actualidad como la homosexualidad, la infidelidad o la trasgresión al orden público.

 Y como apunta el título de este libro, toda la serie de problemas confluyen en una visión antropológica en  los juegos de poder involucrados, que dan pauta a procesos de resistencia dentro de las comunidades que los susten­tan, y la construcción de la identidad en estos contextos sociales y todo ello desde la religiosidad popular, como bien se advierte en los párrafos iniciales y que si bien cada uno de los autores involucro de una manera o de otra, los artículos que más lo refieren son los de Florentino Sarmiento Tepoxtécatl. ‘Esperamos un mila­gro’. Dos procesos de conflicto en el estado de Puebla”y el de Diana Berenice Estrada Mata. “El prestigio social como proceso de identidad durante la fiesta patronal de Santa Cruz Xochi­tepec, Xochimilco, cdmx” y en de uno de los coeditores •     Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes : “Canonizaciones populares en América Latina: juegos de poder y referentes de identidad”, a este respecto me gustaría hacer una cavilación desde los lineamientos que emanan del campo de la antropología política que fundamentaron lo que fue el inicio del procesualismo y que derivaron en una posición crítica de la ciencia antropológica; hablo justo de aquellas reflexiones de los años sesenta que comienzan a observar que nuestra disciplina solo derivaba en conclusiones que emanaban de presentar como fundamento una materialidad perseguida por lo grupos humanos y un comportamiento derivado para satisfacer a esta y que derivo en estudios donde los resultados eran presentados con una racionalidad encuadrada en una reja sistémica con barrotes estructurales a partir de la cual la realidad no es más que suma de fenómenos que el quehacer científico coloca en su lugar. Es quizá producto de este proceder una serie de epistemes cuya preocupación derivaron en solo preocuparse por cómo estaba constituida la estructura, en este caso la estructura social. Lo que quiero argumentar con esto es que en la lectura global de esta obra, se llega  a ese primer ejercicio de vislumbrar esa estructura, en este caso la de poder, que a la vez es, como lo marca alguna conclusión entrelineas el trabajo: estructurante.

Solo apuntaría que la visión del trabajo aquí presentada como resultado de un proyecto que aborda la denominada religión popular,  no quede esa puntualidad de nociones que solo se sesgan en la identidad, o la resistencia, sino que se involucren en eso nuevos intersticios que se abren bajo el llamado nuevo espíritu antropológico en donde el fundamento sería la comprensión y el análisis de la actitud interior del ser humano que se expresa mediante signos (léase mitos)  y ritos integrados en la existencia cotidiana y que tienden de algún modo a trascenderla.

Esta postura involucra comprender al hombre como sujeto de experiencia de lo sagrado constituyéndose como el homo religiosus,  creador y utilizador del conjunto simbólico de lo sagrado y  portador de unas creencias religiosas que rigen su vida y su conducta. La percepción de estas manifestaciones de  una realidad absoluta es, precisamente, el descubrimiento que lleva al hombre a asumir ese modo específico de existencia que se puede denominar «lo sagrado». Esta experiencia humana tiene lugar tanto dentro como fuera de las grandes religiones, y ha configurado a su alrededor, a lo largo de la historia, todo una universo simbólico de mitos en donde se potencia todo un capital simbólico para hacer eficaz en su vida, la fuerza de lo numinoso por  un lado, y por otro, generar  sistemas coherentes que no se explican si no es por referencia a la creatividad del espíritu humano y del hombre religioso, observador del universo, hermeneuta del cosmos y creador de la cultura.

No me resta más que felicitar la conclusión de este primer gran esfuerzo de los editores y de los articulistas y a exhortarlos a continuar los senderos por donde el homo religiosus transita.

 
Gracias.

 
Autor: Etnólogo. Ángel Jiménez Lecona. (ENAH)